
Fueron tan solo 4 días con 116 km recorridos a pie y cargando una mochila de 7 kg de la que en ningún momento me separe, me subí al tren que me llevaría hasta Sarria donde iniciaría el camino supuestamente de forma solitaria, pero pronto comprendí que sola nunca estaría ya que en el viaje conocí a una chica que iba tan perdida como yo y una vez allí conocería a muchas más, a todos nos unía una misma idea, peregrinar a Santiago.
Es curioso cómo una idea puede marcar una forma de vivir en esos días, respeto, compañerismo, ilusión era lo que se palpaba en el ambiente y eso contagiaba la amistad, el diálogo y lo más bonito, la relajación y el ver que nuestro cuerpo puede llevarnos tan lejos como la cabeza quiera.
Compartí el camino con ingleses, italianos, franceses, belgas de todas las edades puesto que el camino es asequible para todos, más deprisa o más despacio acabas llegando donde te propones. Hablé con infinidad de personas, y todas sin excepción me aportaron una idea o un valor, eran muchos km caminando junto con gente que apenas conocía y cada uno tenía su situación o sus experiencias.
Realice etapas alrededor de 31 km diarios, siguiendo la flecha amarilla que marcaba el camino; tuve dos etapas de lluvia abundante, pero nada frenó mis piernas para avanzar a lo que sería la meta o mejor dicho el inicio del camino porque ahora tengo claro que en Santiago no terminó mi peregrinación, repetiré tantas veces como caminos hay.

¡¡Lo había conseguido!! , poco después fueron llegando los amigos que etapa tras etapa habíamos compartido juntos , con gran efusión nos felicitamos y lo celebramos. En resumen, una experiencia única, inolvidable….la magia envolvente del camino!
Eva Berenguer.