El fin de semana del 16 al 18 de septiembre la población de Rialp acogía la séptima edición de la Rialp Matxicots. Una exigente ultra trail de alta montaña nacida por y para el corredor popular. La carrera cuenta con más de 300 voluntarios y un admirable equipo de organización. Este año ha sido reconocida con el sello Alpinultras como una de las travesías de ultrafondo más destacadas de nuestro país. Las carreras son poco numerosas y la cercanía organización – corredores es muy familiar y afable. No es de extrañar, que el año pasado fuera reconocida como la mejor Ultra Trail 2015.
El recorrido de la carrera reina une el Montsent de Pallars y el Macis de l’Orri, pasando por todas las poblaciones que forman el municipio de Rialp, puntos en los que el corredor se siente muy arropado. Cada una de las villas y ayuntamientos se vuelcan con la carrera para que al corredor no le falte de nada. A mitad de recorrido los corredores pudimos disfrutar de la estación de Espot Esquí pasando por unos parajes vírgenes y espectaculares. En la parte final de la carrera los corredores afrontamos dos fuertes ascensiones, clasificada la última, por palabras de la propia organización, de “muro”. Ascenso que se afronta con más de 70 kilómetros ya en las piernas. La carrera es un gozo, pero hay que elegir bien distancia si queremos disfrutarla.
Al fondo el Montsent de Pallars (2.854 m), cima de la carrera. |
Los avituallamientos no se pueden equiparar a los de otras carreras, son auténticos bufets. Pero la cantidad no va reñida con la calidad, productos de kilómetro cero. Un ejemplo lo es el jamón, preparado en las carnicerías de los distintos pueblos de una altísima calidad. Además durante el recorrido encontraremos nada más y nada menos que once avituallamientos, algunos de ellos equipados incluso con grandes carpas y calefacción para que el corredor se sienta como en casa. ¿No me diréis que no os ha picado la mosca de ir el año que viene a esta carrera?
Mi Rialp Matxicots Extrem (82 km y 6.100m D+)
A las 5:30h de la madrugada del sábado, con un ambiente bastante frío, cientos de corredores nos agrupamos en la emotiva salida en la villa de Rialp (748 m). Tras un castillo de fuegos y con el pulso acelerado arrancamos camino del Monsent de Pallars (2.854 m). En los primeros kilómetros afrontamos 2.385m D+, no está nada mal, un doble kilómetro vertical para comenzar una ultra. En el inicio de la carrera no las tengo todas, parto con la intención de sopesar el abandono en el kilómetro 52 debido a que no tengo los tobillos del todo recuperados, pero aún faltaba mucha carrera. Además, no tengo muy claro si me pasarán factura o no los kilómetros realizados en el balizaje de Trail2Heaven.
San Martín, de rojo, en la cima del Montorroio (2.861 m). |
Las débiles luces de las villas de Altron, Seurí y Llessui nos reciben a los corredores camino del Coll del Triador. A pesar de la baja temperatura y la hora intempestiva muchos vecinos no quieren perderse el momento para brindarnos su apoyo. Superadas estas poblaciones la vegetación desaparece y coincidiendo con un bello y rojizo amanecer, el viento nos empieza a azotar con fuerza.
En el Coll del Triador (2.087 m) el frío es terrible, me pongo hasta la última pieza de abrigo. La sensación térmica ronda los -13ºC con una temperatura de -5ºC en las cotas más altas. Desde el collado nos queda un terrible ascenso hasta el Montsent de Pallars (2.854 m) a través de una entretenida canal donde el grito “¡Piedra!” es todo un ritual. Corono la cima (km 19.25), pero no me paro. Las condiciones meteorológicas para nada invitan a quedarse ni un segundo. Los primeros copos de nieve empiezan a dejarse ver. Descendemos hasta un collado para encarar un rápido ascenso a la preciosa cima del Montorroio (2.861 m), que como su propio nombre indica, es de color rojizo. Ahora toca uno de esos entretenidos descensos hasta el control del Pas de la Mainera (km 26). En este punto me sorprende la destacada presencia de corredores con principio de hipotermia. Es muy importante alimentarse bien e ir abrigado para evitar que el cuerpo se enfríe.
El paso de los corredores por Les Picardes. |
Acto seguido un fuerte ascenso hasta Les Picardes, con mucho frío, para ya, en cómodo descenso, alcanzar la estación de Espot Esquí (1.923 m) donde la temperatura que nos encontramos fue muy agradable. En apenas 33 kilómetros las piernas acumulan 3.711m D+. Repongo fuerzas en el restaurante de la estación, de uso exclusivo para los corredores y emprendo el ascenso hasta la Creu de l’Eixol. En este punto se inicia un largo descenso hasta la Barraca dels caçadors (km 52) tras superar las poblaciones de Caregue, Escàs y Surp.
¡Ya estamos en la Barraca! ¿Seguimos? Me encuentro bien y con ganas, con lo que opto por encarar el segundo bucle de la carrera camino del Macis de l’Orri. Por delante un ascenso de 1.224m D+, nada mal con 53 kilómetros en las piernas. Tras superar el pequeño municipio de Beraní el sol se apaga y el frontal se convierte en mi único punto de referencia. Algo agotado llego al avituallamiento de Penyes d’Auló. Cómo se agradece que la carpa cuente con calefacción, la temperatura en el exterior está bajando en picado otra vez.
Con las pilas cargadas encaro un entretenido y espectacular descenso hasta el municipio de Roní. Empiezo a temblar rememorando el breafing de carrera, donde nos definieron como “muro” el próximo y último ascenso. Llego a Gulleri y encaro la pared de 687m D+ que nos lleva al pueblo abandonado de Sant Romà de Tavèrnoles. En este punto me agrupo con un par de corredores muy majos, con quienes compartiré los próximos kilómetros, aunque durante el día ya nos hemos ido cruzando.
Descendiendo a Espot. |
El agotamiento empieza a pasarme factura, especialmente mentalmente. Solo me faltan 12 kilómetros, pero entro en crisis absoluta. Soy consciente que es una crisis pasajera, pero el sufrimiento es máximo. Hay que seguir. El sendero que nos lleva hasta Rodès es un sube y baja constante. Me voy quedando atrás hasta estar en la más absoluta soledad. Las ganas de dormir se clavan en mi cabeza, pero al pensar en toda la familia y amigos, que sabes que te están animando estén donde estén, te hace seguir adelante. Muy tocado llego a la villa de Rodès (km 79), ya solo faltan 4 km en descenso marcado para llegar a Rialp. Pero soy incapaz de correr, solo puedo andar. El descenso se me hace duro, pero la meta está muy cerca.
Finalmente llego al municipio de Rialp y con gran alegría cruzo la línea de meta tras 20h 31’ 05”. Regalo de finisher y un avituallamiento a base de fideuá, escudella, pasta, etc. Tendrán que pasar unas horas para empezar a ser consciente del gran reto completado. La Rialp Matxicots, sin lugar a dudas, el mejor ultra. Termino con la sensación de haber vivido una experiencia única en un ultra inigualable. Encontrarte a Txema Ubach, director de la carrera, animando siempre de la mitad de carrera hacia atrás en mil y un lugares no tiene precio. Los voluntarios y vecinos te arropan con todo su cariño. Gracias también a mi familia y amigos, que estuvieron muy pendientes durante todo el día. Además he podido disfrutar de unos bellos valles pirenaicos, de unas majestuosas montañas y de un espléndido entorno natural que quedará grabado para siempre en mi retina. ¡Ya falta menos para la séptima edición de la Rialp Matxicots!
Guillem San Martín