El sábado 18 de febrero de 2017, era la fecha en que iba a debutar en una maratón y ¡que maratón!, se celebraba en Vandellos. El día comenzaba muy bien con más ilusión que ganas, no me había preparado lo suficiente para esta gran carrera que daba salida a las 8:00 am. Previa a ésta (a las 5:00 am) dio salida la ultra de 89km y 5200m+ en la que corría Enrique Badía.
Empezamos a correr y saliendo del pueblo vino el primer repecho de tantos que vendrían (y la verdad que bastante bien, iba por unos parajes espléndidos); después vino el segundo repecho (uff, la verdad que impresionante, bastante vertical y con ayudas de las manos trampeando piedras afiladas y escarpadas, que fue lo habitual durante toda la carrera).
Una vez arriba tuve que correr por una cresta que daba un poco de «yuyu» y que no fue la única vez donde tuve que crestear vigilando muy bien donde poner los pies porque si no me iba para abajo; aquí, por culpa de esas piedras afiladas y escarpadas, es donde retrasé mi marcha. Hasta el km 20 estuve genial y llevaba un desnivel + de 1800, no me creía lo bien que me encontraba, pero tuve la mala fortuna que me pegó un rampazo en la pierna derecha que me quedé clavado como 10min; por suerte llevaba réflex que fue mi compañero de viaje hasta meta, los dos km hasta el avituallamiento se me hizo eterno. Una vez allí me atendieron dos sanitarios, que alivio, hicieron todo lo que pudieron que es de agradecer.
Después de reponer fuerzas estaba dispuesto a terminar como fuera y pocos apostaban por mi jeje. En el km 25 me encuentro con los que hacían de escoba, un matrimonio que me acompañó hasta meta, gracias por su paciencia porque cada vez que paraba ellos también paraban.
En cada cuesta tenía que parar porque me daban rampazos y echaba mano del réflex, masajito y hacia delante hasta el km 34, donde estaba cresteando por esas piedras afiladas y escarpadas, que me cogieron un total de 4 rampas entre las dos piernas y me cayeron algunos lagrimones pero en ningún momento pensé en abandonar, tenía que llegar por todas esas personas que confiaban en mí, no podía fallarlos y sobre todo por mí. Saque fuerzas de donde no había (ya no sé cómo tiraba) y cada vez que veía las rampas, me respetaba a correr, y así hasta llegar a meta.
Una hazaña para mi, donde el tiempo no importa, si no llegar a meta. Fue una pasada cruzar la meta donde se mezclaron muchas emociones. Gracias a esa organización, a esos voluntarios (de verdad un 10) y a ese matrimonio que me acompañó hasta meta. 43km con 2900m+ en 10:05 horas.
Cecilio López.